Todos esperamos un beso, de los que pasan a la historia, de los que aunque otra persona esté ahora en tu cabeza y en tu corazón, lo sigas recordando. Besos de infancia, de juventud, de los de para toda la vida.
Que haga que te abandones a ti misma, te entregues a esa persona y que el resto desaparezca. Que solo existáis los dos por un momento, que la respiración se corte y que no sepas si el tiempo pasa muy lento o muy deprisa.
El beso, parece simple, muy cotidiano, pero si canciones, cuadros, personas… se han hecho famosas por el simple hecho hacerlo, debe ser importante.
Ni el marine ni la enfermera que se darían aquel al terminar la Segunda Guerra Mundial podrían llegar a imaginar lo que significaría para el resto del mundo ese beso.