1 de agosto de 2011

Verano.


Altas expectativas de un verano, eso es lo que venden. No te venden sólo la cerveza, parece ser que al adquirirla también va acompañada de una banda sonora pegadiza que te acompañará el resto del verano, junto con un eslogan y compañía extraordinariamente atractiva.
Ahí que vas tú y te aficionas a la cerveza, a ver si puede ser que la cosa se vaya tornando y esté cada vez más próximo a lo que te decían.
Total, que tu final está más cerca de hacer eses hasta casa antes que de terminar besándote con alguien tras un atardecer perfecto, navegar con un velero, conocer gente en una fiesta en la playa mientras bailáis alrededor de una hoguera o vivir un verano frenético.
Suerte que yo soy conformista, al menos en esas cosas, así que me contento con salir con mis amigos de siempre, de cervezas, pero sabiendo que en nada se parecerá a aquello.
De banda sonora, cualquiera que al escucharla, inmediatamente, os pongáis a bailar una coreografía en el coche dejando atónitos al personal allá por donde paséis.
Y es que mi verano es aroma a jazmín y galán. Es tumbarme en la cama, cerrar los ojos y escuchar ese CD de Adele que tanto me relaja. Es quedar con mis amigos y descubrir que tras un verano y casi el resto del año viéndonos, aún quedan cosas por hablar. Es leer algo más que lo puramente académico, con tiempo, saboreando.
Y como soy conformista no los denuncio por publicidad engañosa.
Mediterráneamente.


No hay comentarios:

Publicar un comentario